Hablemos de La Boheme en lo que dura un café

Por qué La Boheme es la ópera más famosa de Puccini

Se acercaba el siglo XX. Giacomo Puccini decidió componer la que sería su ópera más famosa. En dos horas se concentra la esencia de las anécdotas que Puccini habrá contado hasta el hartazgo sobre su etapa de joven estudiante y artista bohemio en una gran ciudad. Algún interlocutor debe haberle sugerido que las convirtiera en ópera. Por suerte, le pareció una buena idea.

Es probable que las historias de juventud de Puccini no fueran muy interesantes, pero el tema sí. La ópera «La Bohème» se basó en la novela por entregas «Escenas de la vida de bohemia» (1851), de Henri Murger.

Cuatro jóvenes artistas conviven en una bohardilla de Paris. Rodolfo, un poeta, Marcello, un pintor, Colline, un filósofo y Schaunard, un músico. Si bien tienen frio, hambre y les falta dinero para pagar la renta, no lo toman como algo grave. Sin embargo la tragedia estará presente. Con Puccini sabemos que no vamos a salir ilesos.

Esta historia comienza la víspera de Navidad. Es invierno. En la bohardilla, junto a una vieja salamandra apagada, Marcello y Rodolfo tienen frio. Llega Colline, el filósofo y se suma al grupo que quema una obra del poeta a modo de combustible para la estufa. La llegada de Schaunard, los alegra. Él trae dinero, comida y leña porque le dio una clase de canto a un loro. Si, leyeron bien. También lo mató. Vayan a escuchar «La Boheme» para enterarse cómo. Por las dudas, nunca le den perejil a un ave.

El caricaturesco dueño de la bohardilla viene a cobrar el alquiler. Mediante una astuta jugada, los bohemios logran que se vaya sin pagarle. Los cuatro deciden pasar Nochebuena en el Café Momus, donde se reúnen habitualmente.

Rodolfo queda solo en la bohardilla escribiendo mientras sus amigos se adelantan. Es entonces cuando conoce a su vecina Mimí. Ella llama a su puerta porque se le apagó la vela con la que se alumbraba para subir la escalera. Si quieren inventar una excusa creíble, no le pidan consejos a Mimí. Luego se desmaya ya que, como buena heroína romántica, tiene tuberculosis. Al volver en sí pierde la llave. Ambos buscan la llave. Rodolfo encuentra la llave pero la esconde. Se llevan bien. Cada uno canta un aria de presentación. Pasan cosas.

Comienza el segundo acto. Un concurrido cruce de calles con todo París paseando por ahí. Burgueses, artistas, vendedores, niños, incluso una banda liderada por su tambor mayor. Fiebre de noche festiva en ciudad cosmopolita. Los protagonistas se encuentran en el Café Momus. Rodolfo presenta sus amigos a Mimí, con quien vive su romance idílico. Aparece Musetta, quien tiene una relación un tanto tóxica con Marcello. La mayor parte de la ópera la transcurren peleando a los gritos, pero en este acto se reconcilian. Es ella quien canta el aria más famosa de La Boheme: «Quando m’en vo».

Hasta acá todo parece ser una historia de alegrías y buenas coincidencias. Damas y caballeros: ¡Bienvenidos al tercer acto! Sigue haciendo frio y las cosas no van tan bien. Mimí escucha que Rodolfo le dice a Marcello que quiere separarse de ella porque la ve muy enferma y tiene miedo. Es difícil para una tísica escuchar a escondidas porque su tos la delata. Mientras Marcello y Musetta discuten una vez más, Rodolfo y Mimí acuerdan permanecer juntos hasta la llegada de la primavera.

El cuarto acto comienza en forma muy similar al primero, salvo que ya no hace frío. Marcello y Rodolfo intentan trabajar aunque se distraen lamentándose por la pérdida de sus amadas. Llegan Colline y Schaunard con una cena paupérrima. Los cuatro parodian un gran banquete, bailan y bromean. Los interrumpe la llegada de Musetta con Mimí que está muy enferma y viene a ver a Rodolfo por última vez. Sucede lo que sabíamos que ocurriría desde un principio. Es físicamente imposible no llorar en esta escena.

Puccini es muy detallista. Describe acciones y objetos desde la música misma. Las chispas del fuego de la estufa, la nieve, las páginas que rompe Rodolfo, todo está compuesto minuciosamente. Pero sin embargo hay algo que lo aleja del naturalismo. La clave está en el Café Momus, donde se reúnen los protagonistas en el segundo acto.

El Café Momus existió realmente en el París del siglo XIX. Se trataba del lugar de encuentro de la bohemia parisina. Estaba junto a la iglesia Saint-Germain L’Auxerrois. Lo interesante es que Puccini en la partitura lo ubica específicamente en «un cruce de calles en el Barrio Latino». Es decir, del otro lado del río y lejos.

No es un error. La Boheme es un conjunto de recuerdos. Es más parecida a un sueño que a una sucesión de hechos verdaderos. Puccini no busca generar un espacio realista. Busca contar vivencias de su juventud bohemia.

Pero ¿por qué La Boheme es la ópera más famosa de Puccini? La respuesta más fácil es que se trata de la ópera de este compositor que más personas ven en el mundo. Los números de taquilla no mienten. Pero hay otro motivo.

Necesitamos volver a verla una y otra vez porque nos identificamos. No necesariamente con la historia de amor ni con el dolor ante la muerte. Nos identificamos con el placer de contar anécdotas. La Boheme nos hace revivir nuestras propias historias en voces de otros. Seamos sinceros: Cuando contamos anécdotas, inventamos más que lo que recordamos.

El aria más famosa de La Boheme

Perfil del autor

Concepción Perre
Concepción Perre
Nació en Buenos Aires, Argentina.
Se graduó en las carreras Diseño de Imagen y Sonido de la Universidad de Buenos Aires, Profesorado de Piano del Conservatorio Nacional de Música de Buenos Aires y Dirección Escénica de Ópera del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón de Buenos Aires.
Desde 2001 dirige escénicamente junto a su hermana Paz Perre. Han dirigido más de 50 producciones de ópera, zarzuela y espectáculos musicales en Argentina, Chile, España y China.
En 2008 resultaron ganadoras del Concurso Internacional del Teatro Colón de Buenos Aires con la régie de la ópera L’Elisir d’Amore. En 2015 resultaron finalistas del Concurso Internacional de Escena de la Ópera de San Sebastián, España, con la régie de la ópera La Traviata.
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